Imagina recibir una carta del espacio exterior, escrita con moléculas de agua que viajaron desde otro sistema estelar hasta nuestro vecindario cósmico. Esto es precisamente lo que está sucediendo con el cometa 3I/Atlas, el tercer visitante interestelar detectado en nuestro Sistema Solar, que está desafiando todo lo que creíamos saber sobre estos cuerpos celestes. A través de sus emisiones de agua a distancias donde normalmente el hielo permanecería tranquilo, este viajero interestelar nos está contando una historia fascinante sobre la química del universo y cómo los ingredientes de la vida podrían estar distribuidos por toda la galaxia.

Lo que hace especial a este descubrimiento es cómo se realizó. Un equipo de investigadores de la Universidad de Auburn utilizó el observatorio espacial Neil Gehrels Swift de la NASA para detectar las firmas ultravioletas del hidroxilo (OH), que delatan la presencia de agua. Lo increíble es que este telescopio de solo 30 centímetros, gracias a estar libre de la interferencia de nuestra atmósfera, logra una resolución comparable a la de telescopios terrestres cuatro veces más grandes. La agilidad del observatorio permitió comenzar a estudiar el cometa pocas semanas después de su avistamiento, dando tiempo suficiente para capturar estos datos reveladores antes de que el visitante continuara su viaje interestelar.

La verdadera sorpresa llegó cuando los científicos analizaron los datos: 3I/Atlas estaba liberando agua a una distancia equivalente a más de tres veces la que separa la Tierra del Sol, en una zona donde las temperaturas normalmente no son suficientes para vaporizar el hielo. A esa distancia increíble, el cometa perdía aproximadamente 40 kilos de agua por segundo, comparable al flujo de una boca de incendios a máxima potencia. Esta característica sugiere que el cometa interestelar tiene una estructura más compleja que los cometas de nuestro Sistema Solar, posiblemente con pequeños fragmentos de hielo que se desprenden de su núcleo y se vaporizan inmediatamente al contacto con la luz solar.

Cada visitante interestelar que hemos conocido hasta ahora nos ha traído sorpresas únicas: Oumuamua era completamente seco, Borisov estaba lleno de monóxido de carbono, y ahora Atlas nos muestra agua liberándose a distancias inesperadas. Como explica Zexi Xing, coautor del descubrimiento, cada uno está reescribiendo lo que creíamos saber sobre la formación de planetas y cometas alrededor de otras estrellas. Estos mensajeros cósmicos no solo expanden nuestro conocimiento del universo, sino que nos recuerdan que los ingredientes fundamentales para la vida, como el agua, podrían ser más comunes de lo que imaginamos en los rincones más distantes de nuestra galaxia.

Por Editor