El planeta se está calentando, y eso lo sabemos. Pero, ¿sabías que, mientras los océanos absorben el exceso de calor, otra crisis silenciosa se está desarrollando bajo nuestros pies? Estamos hablando de la rápida disminución de las reservas de agua subterránea, un recurso vital para la vida en la Tierra. Un estudio reciente, basado en 22 años de datos de los satélites GRACE y GRACE-FO, revela una verdad alarmante: la aridez avanza a un ritmo acelerado, duplicando el tamaño de California cada año. Este preocupante cambio en el ciclo del agua está poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y el acceso al agua potable de millones de personas.
La extracción masiva de agua de los acuíferos para uso humano es la principal culpable. El 68% de la disminución del agua terrestre proviene de estas reservas subterráneas, que, una vez bombeadas, terminan en ríos y finalmente en el mar. De hecho, el aporte de agua subterránea al aumento del nivel del mar ya supera el del deshielo de Groenlandia y la Antártida. El mega El Niño de 2014-2015 actuó como un punto de inflexión, intensificando las sequías en el hemisferio norte y acelerando la extracción de agua de los acuíferos para compensar la falta de precipitaciones. Este patrón se ha intensificado hasta el punto de que se ha formado un gigantesco cinturón árido que enlaza cuatro continentes, afectando a graneros clave y poniendo en riesgo la oferta mundial de alimentos.
La pérdida de agua subterránea no solo amenaza la producción de alimentos, sino también la biodiversidad y los ecosistemas. La desertificación es un proceso que se propaga a gran velocidad, y la falta de agua dulce amenaza las comunidades y los cultivos por igual. El agotamiento continuo de estos recursos, acumulados durante milenios, representa una deuda inmensa con las generaciones futuras. La situación exige acciones urgentes. Es necesario implementar una gestión estratégica del agua, fomentar la cooperación internacional y crear políticas que garanticen el uso sostenible de las aguas subterráneas. El futuro de nuestro planeta y el acceso al recurso más preciado depende de la acción inmediata y colectiva.