En el mundo de la tecnología, las alianzas estratégicas pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Y Samsung acaba de dar un golpe maestro en este tablero de juego. La compañía surcoreana ha superado a Sony en la carrera por hacerse con un contrato crucial: la fabricación de los sensores de imagen para el próximo iPhone 18. Pero, ¿cuál ha sido el secreto de su triunfo? No se trata solo de tecnología punta, sino de una jugada maestra de geopolítica industrial.

La clave del éxito de Samsung reside en Texas. Apple ha anunciado una inversión multimillonaria en Estados Unidos, y ha elegido a Samsung como su socio para la producción de estos sensores de imagen de tres capas, tan avanzados que solo Samsung y Sony pueden fabricarlos a escala comercial. A partir de marzo, Samsung operará una línea de producción en su fábrica de Austin, marcando la primera vez que fabrica estos componentes en suelo estadounidense. Esta decisión no solo asegura el suministro de Apple, sino que también representa una reconciliación significativa entre ambas compañías, tras años de disputas legales por patentes.

La situación de Sony se complica. Los problemas de suministro sufridos en 2023 y 2024, combinados con los aranceles impuestos en la era Trump, han debilitado su posición. Si bien Sony ha reducido sus estimaciones del impacto de estos aranceles, la realidad es que, sin presencia en Estados Unidos, enfrenta una desventaja significativa en la competencia por el lucrativo mercado de los sensores para teléfonos móviles. Samsung, por el contrario, está cosechando los frutos de su estrategia de expansión en Estados Unidos. Esta misma estrategia le ha valido otro gran contrato, de 16.500 millones de dólares con Tesla para chips de IA. Es una estrategia inteligente que transforma las políticas proteccionistas en una ventaja competitiva.

En definitiva, la historia de Samsung y Apple nos muestra cómo las decisiones geopolíticas pueden tener un profundo impacto en la industria tecnológica. La apuesta de Samsung por Estados Unidos no solo le ha asegurado un contrato millonario con Apple, sino que también le ha posicionado como un jugador clave en el mercado de semiconductores, superando a su competidor Sony gracias a una jugada maestra basada en la geografía y la estrategia.

Por Editor