An elegant thank you card with flowers and a gift on a marble surface, perfect for expressing gratitude.

Regalar a alguien que aparentemente lo posee todo es una oportunidad para trascender el objeto y ofrecer algo mucho más valioso: tiempo, memoria o una emoción única. Pablo Marentes, director de Travesías, reflexiona: “Cuando el consumo material no es una necesidad, el regalo debe apelar a los sentidos, al crecimiento personal o al fortalecimiento de los vínculos. Una experiencia compartida o un gesto bien pensado perdura mucho más que cualquier cosa material”. La clave está en la observación y la personalización.

Las experiencias son el regalo por excelencia. “No se trata solo de un bono genérico. Piensen en sus pasiones: ¿Le encanta el vino? Regalen una cata privada en una vinícola cercana o una suscripción a un club de vinos de autor. ¿Es un foodie? Una clase de cocina con un chef especializado (de sushi, pan artesanal, pastelería). ¿Ama la naturaleza? Una noche en una cabaña con vista o un paseo en globo aerostático”, sugiere Marentes. La idea es crear un recuerdo que puedan anticipar y luego revivir.

Los detalles intangibles y personalizados también ganan por goleada. “Contraten a un calígrafo para que transcriba su poema o canción favorita en un marco elegante. Reúnan fotos digitales dispersas y háganle un álbum físico profesional con anécdotas escritas. Regalen ‘tiempo’ o ‘servicio’: un cupón canjeable por un día de organización de su biblioteca, por cuidar de sus mascotas en un fin de semana, o por ayudarle a montar ese sistema de cine en casa que nunca tiene tiempo de instalar”. El valor está en el esfuerzo y la atención puestos en entender qué haría su vida más rica, placentera o fácil.

Por Editor

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