¿Te imaginas que un camión te pase por encima y que en lugar de ser una tragedia, sea como recibir un masaje? Suena a ciencia ficción, pero esta fue la realidad que creó William Hamilton Albee con su invento revolucionario: los Rolligon. Estos neumáticos gigantes de baja presión no solo permitían esta experiencia única, sino que décadas después se han convertido en piezas clave para la industria petrolera, demostrando cómo una idea aparentemente loca puede transformarse en una solución tecnológica invaluable.
Todo comenzó en 1935 cuando Albee, un maestro estadounidense, observó a un grupo de inuit en Alaska transportando una barca cargada con toneladas de carne usando odres de piel de foca inflados como rodillos. Esta imagen quedó grabada en su mente hasta que en 1951, ya en California, decidió recrear la idea con materiales modernos. Lo que diseñó fueron enormes sacos cilíndricos de nailon y caucho inflados a apenas 5 psi, una presión muchísimo más baja que los 30-35 psi de un neumático convencional. La magia de estos neumáticos estaba en su superficie blanda y deformable que distribuía el peso del vehículo y absorbía obstáculos en lugar de rebotar sobre ellos. La revista Life magazine llegó a describir ser atropellado por un Rolligon como recibir “un masaje enérgico”, y el propio Albee posó en múltiples ocasiones siendo pasado por encima por vehículos equipados con sus inventos.
Aunque el Ejército estadounidense fue su primer gran cliente durante la guerra de Corea, los altos costes de producción llevaron a Albee a vender su empresa en 1960. La patente pasó a John G. Holland, quien trasladó la producción a Texas bajo el nombre Rolligon Corporation. Fue a finales de los sesenta cuando la industria petrolera descubrió que estos vehículos eran la solución perfecta para transportar suministros en el frágil ecosistema del North Slope en Alaska. Los Rolligon ejercían apenas 2-3 psi de presión sobre el terreno, permitiéndoles atravesar tundra, nieve, marismas y arena sin causar daños ambientales. La empresa Crowley Maritime Corp. ha sido la que más los ha explotado, operando desde 1975 decenas de unidades que transportan combustible, maquinaria e incluso plataformas de perforación, moviendo cada año más de 7.5 millones de litros de combustible sin incidentes.
Hoy, la marca Rolligon pertenece a National Oilwell Varco (NOV) y sigue fabricando estos neumáticos que pocos competidores han logrado igualar en capacidad para trabajar en entornos extremos sin arrasar el ecosistema. Esta fascinante historia nos recuerda que la inspiración puede llegar de los lugares más inesperados, y que incluso las ideas más locas pueden convertirse en soluciones que cambian industrias enteras. Los Rolligon son un testimonio de cómo la observación, la creatividad y la perseverancia pueden transformar una simple imagen en una tecnología que perdura por décadas, demostrando que a veces, las mejores soluciones vienen de mirar el mundo con ojos curiosos y atreverse a pensar diferente.