¿Alguna vez te has preguntado por qué los perros vienen en tantas formas y tamaños diferentes? Desde el majestuoso Borzoi hasta el adorable Boston terrier, cada raza tiene su encanto único. Pero lo que quizás no sabías es que esta increíble diversidad no es algo reciente. Un fascinante estudio acaba de revelar que nuestros amigos peludos ya mostraban una variedad sorprendente en su apariencia desde hace miles de años, mucho antes de que existieran los criadores modernos y las razas que conocemos hoy.
La bióloga y arqueóloga Allowen Evin, junto a su equipo del CNRS, realizó un análisis minucioso de 643 cráneos de perros y lobos que abarcan los últimos 50,000 años. Lo que descubrieron es simplemente asombroso: los perros que vivieron durante el Mesolítico y el Neolítico (aproximadamente desde 10,000 a.C.) ya presentaban una diversidad en el tamaño y forma de sus cabezas que era más del doble que la de sus antepasados del Pleistoceno. Es como si la naturaleza hubiera estado experimentando con diferentes ‘diseños’ caninos desde tiempos inmemoriales, creando formas únicas que ni siquiera coinciden con las razas modernas que conocemos hoy.
Lo más interesante es que estos perros antiguos no tenían las características extremas que vemos en algunas razas actuales, como los pugs, pero sí mostraban una variación mucho mayor de lo que los científicos esperaban. Esto sugiere que los perros ya se estaban adaptando a diferentes regiones y funciones específicas mucho antes de que los humanos comenzáramos a criar selectivamente. Algunas de estas formas antiguas eran tan distintivas que no se parecen a ninguna raza viviente que hayamos estudiado, lo que nos hace preguntarnos qué otras maravillas caninas hemos perdido a lo largo de la historia.
Reflexionando sobre estos hallazgos, nos damos cuenta de que la conexión entre humanos y perros es más profunda y antigua de lo que imaginábamos. Mientras que hoy tenemos cientos de razas cuidadosamente moldeadas desde la era victoriana, nuestros antepasados ya disfrutaban de una increíble variedad de compañeros caninos. Esto nos recuerda que la diversidad natural siempre ha sido parte esencial de la relación entre humanos y perros, y que cada animal, sin importar su forma o tamaño, lleva consigo un legado histórico único que merece ser celebrado y protegido.

