Chicas, ¿se han preguntado si ese nuevo iPhone es más amigable con el planeta que el que teníamos hace cinco años? Pues resulta que la respuesta no es tan sencilla como parece. Apple presume de usar más materiales reciclados en sus nuevos modelos, ¡qué padre! Si comparamos un iPhone 11 Pro con un iPhone 16 Pro, la diferencia es notable. Pero hay una cosa… la huella de carbono de la fabricación, envío y uso del celular es otro cantar. Y aquí es donde entra la inteligencia artificial (IA). Resulta que la carrera por tener la IA más chida está haciendo que las emisiones de carbono suban como la espuma.

Apple, aunque se ha propuesto ser neutral en carbono para 2030, parece estar batallando un poco con este objetivo. Mientras que entre 2020 y 2022 sí hubo una reducción significativa en las emisiones de sus iPhones, ese progreso se ha estancado, ¡y hasta ha retrocedido! El desarrollo de la IA implica un uso intensivo de energía y recursos, algo que contradice la meta de sostenibilidad. Otras empresas como Google y Microsoft también están luchando contra este dilema, ¡y sus emisiones están por las nubes! ¿Qué podemos hacer?

La situación es compleja. Apple, aunque no se ha echado para atrás con sus objetivos climáticos, enfrenta un gran reto: equilibrar la innovación en IA con la responsabilidad ambiental. El problema no sólo es Apple; sus proveedores en Asia no siempre cumplen con los mismos estándares de sostenibilidad. El hecho de que Apple esté usando aviones de carga para saltarse aranceles es un ejemplo de esto. ¡Necesitamos una mayor transparencia y compromiso por parte de todas las empresas involucradas, desde Apple hasta sus proveedores en lugares como India y Taiwán!

En resumen, ¿son los iPhones más amigables con el planeta que antes? En algunos aspectos, sí; en otros, no tanto. La IA está cambiando las reglas del juego, y esto nos obliga a reflexionar: ¿Cómo podemos disfrutar de la tecnología sin dañar nuestro planeta? El camino hacia un futuro tecnológico más verde necesita el compromiso de todos, desde las grandes compañías hasta nosotras, las consumidoras.

Por Editor