El fin de año es el momento natural para expresar gratitud, un sentimiento con beneficios científicamente comprobados para quien lo da y quien lo recibe. El Dr. Óscar Galicia, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, explica: “Expresar gratitud activa circuitos cerebrales de recompensa y fortalece los lazos sociales. No se trata de un deber, sino de una práctica que incrementa nuestro bienestar”. Un agradecimiento significativo es específico, personal y sincero, más allá del mensaje genérico.

Las ideas van desde lo intangible hasta lo creativo. Jorge Cázares, coach en inteligencia emocional, recomienda: “Escriban un mensaje de texto o una nota de voz detallando un momento concreto en el que esa persona los ayudó o alegró. Por ejemplo: ‘Quería agradecerte por esa llamada en abril, cuando estaba estresado con el trabajo. Tu consejo me cambió el día’. Esto tiene mucho más impacto que un ‘gracias por todo'”. Para un gesto más tangible, Carla Fernández, diseñadora, sugiere regalar “experiencias de tiempo”: un cupón canjeable por una caminata juntos, una clase de algo que enseñes, o ayudarles en un proyecto personal.

Para colegas o grupos, los gestos colectivos son poderosos. La experta en etiqueta Lilian Bello comenta: “En la oficina, una tarjeta física firmada por todos o un pequeño video collage con mensajes del equipo sorprende gratamente. Para amigos, organizar un sencillo brunch de agradecimiento antes de que termine el año, donde cada uno comparta algo que agradece de los demás, crea un recuerdo inolvidable”. El medio (digital, escrito, en persona) debe adaptarse a la relación, pero la intención clara es lo que verdaderamente trasciende.

Por Editor

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